Expectativas económicas: sin novedad (desafortunadamente)

Artículo publicado originalmente en la columna Glosas Marginales del periódico Reforma.
Economía
Everardo Elizondo
6 Octubre, 2025

El Banco de México publicó la semana pasada los resultados de su encuesta mensual (correspondiente a septiembre de 2025) sobre las expectativas de los especialistas en economía del sector privado.

Para apreciar mejor su significado, puede ser útil examinar la trayectoria que han seguido, a lo largo del año, las estimaciones de dos de las principales variables que incluye dicha publicación: la inflación y el crecimiento del PIB real. Eso es específicamente lo que se muestra en la gráfica.

La ilustración sugiere algunos comentarios muy breves:

En lo que toca a la inflación general, vale decir que las expectativas no han variado mucho, situándose en las cercanías del 4 %. La línea roja en el dibujo es prácticamente horizontal. (La estimación más reciente es 3.85 %. Los dos decimales son consecuencia de la aritmética, no fruto de la exactitud). Por cierto, la expectativa gubernamental (SHCP, Criterios Generales…) es casi la misma: 3.8 %.

Dado que la meta formal de Banxico es 3 % (que data de 2003), está claro que existe lo que puede llamarse “una brecha de credibilidad” —no muy amplia, es cierto, pero persistente—. Banxico supone que el 3 % se alcanzará en el tercer trimestre de 2026.

  1. A mi juicio, las expectativas privadas tienen sustento:
    a) hay evidencia de cierta presión de demanda en el sector de servicios;
    b) la inflación subyacente no cede del todo;
    c) la nueva política comercial tiene un sesgo alcista sobre los precios; y
    d) el dinamismo del crédito concedido por la banca cuestiona la idea de una postura muy restrictiva de la política monetaria.
  2. En cuanto al crecimiento del PIB, el curso de los datos producidos por las encuestas provoca reflexiones tan preocupantes como las anteriores. En resumen:
    a) las expectativas iniciales, de por sí modestas, se fueron deteriorando durante los primeros meses del año;
    b) se caracterizaron luego por el estancamiento; y
    c) mejoraron en forma ligera recientemente.

Como quiera, la perspectiva es muy poco promisoria: consiste en un incremento real de la producción de algo así como 0.5 %. Ello implicaría un descenso del PIB por persona, considerando que la población crece alrededor de 0.8 % al año. De paso: el 0.5 % mencionado coincide con el punto inferior del intervalo presentado en forma oficial en fecha reciente (SHCP, Criterios Generales…), cuyo punto superior es 1.5 %.

En mi opinión, la inquietante previsión de los analistas, destacada antes, parece atendible, por varias razones. No se vislumbra un cambio de los factores causales de la débil situación actual. Persiste, por ejemplo, la incertidumbre que ha dominado el panorama tanto externo como interno.

Afuera, la errática política económica de Estados Unidos ha sido una influencia negativa... y así seguirá. Adentro, el entorno ha tenido, y mantiene, un signo poco propicio para la inversión. Esto último, lo he dicho muchas veces, es de enorme importancia no solo en el corto plazo sino, sobre todo, en el tiempo largo.

Un reporte reciente del prestigiado Centro de Investigaciones Económicas de la UANL incluye los siguientes pronósticos para este año: inflación, 4.2 %; crecimiento del PIB, 0.8 % (en números redondos). (Boletín de Indicadores del Entorno Económico, septiembre 2025). Desde la academia, corrobora lo apuntado.

Artículo publicado originalmente en Reforma.

Autor

Everardo Elizondo
Finanzas y Economía para los Negocios

Líder Académico